Esa mirada.

martes, 29 de noviembre de 2011

Y cuando las luces se apaguen... Báh, no recuerdo como era.

Claro que recuerdo como era. Como recuerdo todas y cada una de las cosas que he tenido contigo. Como recuerdo esas canciones, esas miradas y esas sonrisas que me vuelven loca.

Pero no dejes que las olvide.
Nunca.

Sé que me quieres, ¡cómo no saberlo!, pero recuerda tú que, aunque no necesite que me lo recuerdes cada hora, una vez de vez en cuando nunca sobra. Pido no tener que ser siempre la que comience a hablar o la que termine, y si lo hago, cállame con un beso, que es gratis. 

Sueña con que soñemos con abrazos cálidos entre las mantas del frío otoño. Ah no, eso no es un sueño, pero por si acaso, no me hagas olvidarlo.
Imagina que, aunque estemos en un extremo diferente del otro en una habitación, una sonrisa nos haga sentir que estamos a pocos centímetros uno del otro. Espera, eso tampoco es una ilusión, pero por si acaso, no me hagas olvidarlo.

Pero ésto, ésto que tenemos, que es lo más bonito que me ha pasado, es cosa de dos. Y al igual que tú me debes hacer recordar esas cositas tontas, yo te recordaré que no he de exhibirle a todos los que están a mi alrededor que te quiero.  ¿Vergüenza? Sabes que de eso no tengo. Si no lo hago, es porque lo único que necesito para seguir viviendo eres tú, porque eres la gravedad que me sostiene al suelo. Porque tú eres mi mundo.

Así que, cuando las luces se apaguen, dame un beso en la espalda, sí, sí, de esos que hacen que mi piel se erice espontáneamente, y dime, con tus labios aún rozando mi piel, eso que tú ya sabes.



- Dosdeabril.

No hay comentarios:

Publicar un comentario