Esa mirada.

domingo, 9 de diciembre de 2012

La carta que un padre nunca le escribió a su hija.


¿Tu madre? Cariño, tu madre es la persona más impaciente, cariñosa, divertida, inteligente, curiosa, buena, amable y... Perfecta que he conocido nunca. Ya la conocerás. Ella está deseando conocerte, ¿sabes? No para de buscar nombres en miles de libros, pues quiere buscar el nombre más hermoso que exista y no se da cuenta de que sea cual sea el nombre que elija seguirás siendo la más maravillosa de este mundo. La luz que ilumina en la oscuridad. Está deseando saber como serás: Si tendrás el pelo ondulado o rizado, si tendrás los ojos color canela o color cielo, si tu sonrisa será como la mía o la suya... Y así podría llevarme hasta que nacieras. Pero no puedo. Ni siquiera has nacido y ya te adora por encima de todas las cosas. Y estoy seguro de que tú la adorarás a ella casi tanto como yo la adoro. Como adoro su forma de fruncir el ceño cuando no conoce el significado de una palabra y como, justo después, empieza a pronunciarla con esos hermosos labios que me vuelven loco sin hacer a penas ruido, para no olvidarla, mientras va a un diccionario y la busca con rapidez, para saber qué significa. Ya te he dicho que es curiosa. Muy, muy curiosa e impaciente y me da a mí que vas a heredar eso de ella. Otra cosa que adoro de ella es como tuerce los labios cuando hace una mueca de esas que hace inconscientemente y que reflejan tan bien lo que piensa. Ya las irás conociendo. Y su mirada. Dios, cariño, su mirada es un mundo de sentimientos. Pierdes la noción del tiempo cuando su mirada se cruza con la de uno y mucho más ahora, que tiene ese hermoso brillo y que no se apaga nunca. Ese brillo eres tú, pequeña. Es el brillo que tiene desde que sabe que te va a dar la vida. Y, cuando llora, te das cuenta de que esos hermosos ojos no merecen llorar por tristeza, sólo por alegría, así que no le causes muchos disgustos. El pelo de tu madre cae en cascada por toda su espalda y... Ojalá tengas tú ese pelo tan hermoso y lleno de vida. Dice que quiere cortárselo. Por favor no dejes que lo haga nunca, porque forma parte de su perfección. Una perfección que yo no voy a poder seguir viendo. 
Pequeña, si te escribo esto y no te lo cuento cuando puedas entenderme, es porque no voy a poder y porque quiero que cuides de tu madre lo que yo no la voy a poder cuidar. Y porque quiero que me perdones, por cometer el pecado de no poder conocerte. Lo siento, pero ya entenderás que hay cosas que ni los padres podemos controlar, como por ejemplo, el destino. Y el destino me obliga a no conocerte, a no poder cogerte en brazos y me obliga a no poder seguir contemplando la perfección de tu madre más. Y tengas los ojos color azul del cielo o color verde de prado en primavera, no quiero que llores nunca. Ni aunque yo no pueda estar a tu lado para limpiar las lágrimas de tu rostro. Y quiero que sonrías, ya tengas mi sonrisa o la de tu madre, de pura felicidad.

Porque te he querido, te quiero y te querré siempre.
Tu padre.

Por cierto, y esto entre tú y yo, aunque le diga a tu madre que me da igual como te llames... Me gusta mucho Rose.

jueves, 21 de junio de 2012

Sinceramente, ésto no necesita ni título ni presentación.


Hombres, ese tema tan complicado. A veces incluso creo que sería más fácil abordar un tema relacionado con física cuántica -aún siendo una chica de letras, como yo- que hablar de ese mundo tan simple y complejo llamado masculinidad. 
Aun así cada día mi teoría  sobre ellos está más infundada: Todos los hombres son como una droga, a veces te suben a las nubes y lo ves todo de rosa y, otras, te deprimen, te  dejan caer, hundiéndote en la más profunda tristeza y encima sin paracaídas. Y las grandes caídas que experimentamos las mujeres se basan, la gran mayoría, en una cosa: Las mentiras. 

Aunque considero que si los hombres engañan es por la misma razón que los perros se lamen: ¡Porque pueden! Pero hay algo que me sorprende e inquieta; ellos pueden vivir años aguantando una mentira dicha -e incluso llegar a olvidarla- mientras que las mujeres en general nos comemos por dentro, ¿será tal vez por nuestro instinto de cotilleo que nos hace contar todo lo que sabemos?. Lo que sé es que aquel que dijo "ojos que no ven, corazón que no siente", era gilipollas. 

Nosotras sufrimos, sufrimos y sufrimos por esos tontos descerebrados.Y cuando piensas, te das cuenta: la vida no está para ser infeliz y pasartela amargada por un idiota. La vida es caer y levantarse, volver a caer y volver a levantarse, pero a fin de cuentas, levantarse y continuar con una despampanante e imborrable sonrisa. Es ese sentimiento de alegría los viernes y saber que te tienes que joder los lunes, pero no dejes de ser feliz. 

Nunca.




sábado, 10 de marzo de 2012

Necesitar.

"Hoy necesito quiero que me devores a besos, hasta el amanecer si puede ser. ¿Y después? Fumarnos un cigarro mirando por la ventana, aún desnuda y, si puede ser, con algo tuyo puesto,viendo como el camino se va iluminando. Ah, también necesito me gustaría sentir como tus besos bajan por mi espalda con una dulzura desconocida para la gran mayoría. Y, ahora que lo pienso, necesito deseo que me mires con esa dulzura que siempre quise para mi sola.


No necesito amo a nada más. Sólo a ti."

No querías que te necesitara y es cierto que cambiando esa palabra comodín por otras que expresan mucho más... Queda más bonito.


Tengo un consejo de los míos para vosotras: Dejad de necesitarle tanto para quererle y amarle más, ¿vale?:)

jueves, 8 de marzo de 2012

Sexo en la ciudad.

Suele decirse que los polos opuestos, se atraen. Lo que no se dice, es que los polos opuestos también tienen conceptos diferentes sobre lo que es un sábado noche bestial. Muchas mujeres, mientras vuelven de estar de fiestas en nuevos y modernos locales nocturnos con sus amigas para estar con sus novios -perdón, amantes-, hacen comparaciones, ya que es como si hubieran pasado la noche en un anuncio de Calvin Klein para volver a la realidad de cervezas, fútbol y taparrabos. Ese problema se encuentra enmarcado en una mentalidad que nos absorbe y yo tengo la siguiente pregunta: 

¿Por qué cuando nos comprometemos somos tan reacios a dejar nuestra vida de soltero?

Será que adoramos esa forma de pensar, esas personas y ese entorno que nos dice que podemos "disfrutar" de la vida. Y ahora tengo otra pregunta: 

¿Por qué al encontrar un novi... amante, tenemos que deshacernos de la vida de soltero que la gran ciudad nos ofrece?

A veces es recomendable parase a pensar, y reflexionar sobre por qué pensamos que la vida de soltero y la vida "compartida" no están en el mismo umbral. ¿Pensáis que no? Bien, os diré un secreto: Sois vosotros quienes decidís como es una relación de amistad, de amor, etc. Y sois también vosotros quienes decidís como queréis vivir esa vida. 
Aunque por lo visto, nuestra vida de solteros tiene una fecha de caducidad; llegará el momento en que deseemos salir de ese local nocturno tan exclusivo y queramos ir a casa, con el chico que nos vuelve locas, o aquel que, de entre todos los posibles, fue al único  al se nos escapó un "te amo" en una cálida noche de verano, consiguiendo sorpresa y a la vez que una dulce sonrisa apareciera en su rostro.

Las personas somos seres complicados, capaces de amar de una forma incondicional e irrevocable y, a la vez, capaces de destrozar a la persona por la que, en su momento, habríamos dado la vida. Así que, ¿por qué vamos a permitirnos, siendo tan complejos y enrevesados, tener una forma de pensar tan simple e inflexible?

lunes, 27 de febrero de 2012

Ni ataco, ni amenazo.

Se contempló frente al espejo; ese enorme espejo que estaba situado en el recibidor de su casa, mirándose, examinándose, de abajo a arriba. Primeramente se fijó en sus pies, descalzos y húmedos, cubiertos con esa media de rejilla negra que se deslizaba, cual enredadera apoderándose de una pared vacía, llegando hasta el inicio de sus muslos. Algunas gotas se habían colado por éstas, que presentaban varias roturas, humedeciendo su pálida y, aparentemente, frágil piel. Continuó la mirada hasta sus manos, que sujetaban, con aspecto cansado, los tacones que ella había llevado esa noche. Dejó entonces las manos muertas, haciendo así, que cayeran al suelo, sobre su vestido blanco, profanado por esas manchas, aún húmedas, de ese color rojo intenso que marcaría su vida para siempre. Continuó la mirada por su cuerpo desnudo lleno de heridas invisibles, con algunas gotas de agua deslizándose por sus curvas. Subió la mirada hasta su propio rostro, quitando algunos mechones de su largo cabello, oscuro y completamente empapado, para poder contemplarse. Su semblante permanecía impasible, pálido, sin vida. Sus ojos verdosos, apagados, estaban enmarcados con negro, que se había deslizado hasta sus mejillas, dejando dos oscuros caminos abiertos por sus lágrimas. No estaba completamente segura de que había mojado más su rostro, si la lluvia o sus saladas lágrimas, esas lágrimas que continuaban brotando de sus ojos, tintándose de negro mientras se deslizaban por su piel, cayendo hacia la nada. 

Sabía que lo mejor y lo más aconsejable en estos casos, era llorar fuerte, gritar y romper todo lo que había a su alrededor para descargar su rabia. Deslizó instantáneamente la mirada hacia su salón, por el cual parecía que había pasado un huracán. Cristales rotos cubrían finamente el suelo, acompañados de los trozos de madera astillada de los diferentes muebles y la tela caída de las cortinas rajadas.
Y una mierda ayudaba eso a eliminar la rabia.
Por eso se colocó frente al espejo, frente a sí misma, torturándose con cada lágrima que desprendían sus ojos irritados. 
Su propio subconsciente, con la voz ronca y vacía de vida, le murmuró a su yo del espejo:
Acuérdate de esta imagen la próxima vez que vuelvas a amar. Vas a quedarte aquí, hasta que ese amor salga por las lágrimas heridas de tus ojos. Ni te ataco, ni te amenazo. Quiero que lo hagas por ti. Porque si no te proteges tú ¿quién va a hacerlo por ti?

Y eso hizo ella. Sin prisa, ni tampoco lentitud, dejó que las lágrimas continuaran sin colocar ningún freno en ellas. Ella no era quien debía pararlas, pero la pregunta era: 
¿Sería ella la única en saber eso?

viernes, 24 de febrero de 2012

Secretos de una joven guidette.

Ella ya había ido a muchos pubs y discotecas a lo largo de su vida, pero aquella era la primera vez en la que le pedían que se abriera de piernas antes de la primera copa. O eso pensó mientras le pasaban el detector de metales  en torno a su cuerpo justamente a la entrada de uno de esos lugares donde muere el sábado noche para nacer un domingo con resaca.
No tenía demasiado claro el por qué estaba allí. Se sentía demasiado fuera de lugar pero necesitaba, a la vez, evadirse del mundo. Quizás un par de chupitos y uno de esos bailes salvajes, en los que no estás seguro si se está solo bailando o metiendo mano, le ayudaría a no pensar en el tema. Algo inevitable.
¿Por qué demonios no podía apoyarle? ¿Y eso no es lo que hacen las parejas: apoyarse en sueños estúpidos?
Báh, demasiadas preguntas. Mejor pedir otro chupito y esperar a estar tan borracha que no fuera capaz de pronunciar esas preguntas con claridad.

La despertó un intenso rayo de sol cruzándole el rostro como una bofetada. Otro maldito día. Fue entonces cuando sintió que unos brazos desconocidos  la rodeaban desde atrás y le daban un suave beso en el cuello. Vale, nena, este sería el peor de los malditos días. Y no por el hecho de despertarse con un hombre al cual tendría que echar en los siguientes cinco minutos inventándose cualquier escusa disparatada, sino porque sabía que se llevaría todo ese día buscando señales en palabras que seguramente no tendrían el más mínimo mensaje oculto. Hombres, siempre tan simples.

Un codazo discreto pero certero, una despedida rápida y cerrar la puerta tras un "ya te llamaré" que iría seguido por un "en el mejor de tus sueños" en bajos susurros, aun sabiendo que aquel joven, del cual no recordaba ni su nombre -eso si se lo había dicho, claro-, no escucharía.

¿Y por qué había que etiquetar a las personas? ¿Por qué alejarse de alguien sólo porque fume, porque bese mal, porque tenga un miles de muñecas de porcelana o porque se lleve a cualquier hombre a la cama?
Para ella no se trataba de un tema de etiquetas. Se trataba de que su norma fundamental era no aceptar órdenes de ninguna zorra o un capullo cualquiera. Era ella quien dominaba. Siempre. Eso sí, la dominante con el cuerpo más sexy de toda la ciudad cosa que, a diferencia de las demás, no necesitaba a nadie que se lo dijese
Sentada en el sillón de su habitación, contempló la ciudad, las miles de historias que existían en ella, dándose cuenta de que era joven, quizás demasiado como para tomarse un cosmopólitan a las doce de la mañana, desnuda y sentada sobre el sillón de su habitación mirando por la ventana.

La vida es siempre joven. Que un pesimismo absurdo y pasajero no nos haga envejecer, haciendo que perdamos el tren de las oportunidades, de los sueños, las pasiones y todo aquello con lo que, en los peores momentos, añoramos.
 

domingo, 5 de febrero de 2012

Sé que tengo un corazón inestable, y mucha amargura.

Pero no por eso soy menos hermosa, ni menos divertida, ni menos atontada de lo que soy. Me gusta fumar, ver películas de miedo y, por encima de todo, amar. 


¿Parece una carta de presentación? Ni mucho menos. 
Yo no la necesito.

Sé que podría gritar libertad, salir de fiesta y hacer muchas cosas de las que, como soy, sé que luego no me arrepentiría (o tal vez sí). Soy mucho más complicada que eso. Me gusta quedarme en mi casa, acurrucada con la estufa puesta, mientras como palomitas, acompañada de mi perra  (hummm y alguien más). 
No me gusta hablar de ropa, de chicos o de cotilleos absurdos (todo el tiempo). Me gusta hablar de tonterías y cosas sin sentido, como ese capítulo de American Horror Story que vi el día anterior o sobre cuanto tarda en enfriarse el café dependiendo de dónde coloquemos la cuchara. Me gusta ir en zapatillas por casa o por el jardín, ¡o por dónde sea! Me gusta, también, colocarme una pinza rosa cerca de la parte alta de la cabeza para recogerme el cabello.
Lloro, hago guarrerías (no de esas que estáis pensando), río y escucho Kiss fm
Sé cuándo hay que mantener la compostura y cuándo da igual, pero puedo ponerme a bailar en medio de un bar abarrotado o cruzarle la cara a un tío que se me insinúe. 
Soy una ¿marronera? Báh, me la suda. Si me gusta el leopardo y que me llamen Snooki es asunto mío. ¿Estamos?


Y con ésto lo digo todo y no digo nada.


#Para quien dijo que llevaba mucho 
sin escribir en mi blog.