¿Parece una carta de presentación? Ni mucho menos.
Yo no la necesito.
No me gusta hablar de ropa, de chicos o de cotilleos absurdos (todo el tiempo). Me gusta hablar de tonterías y cosas sin sentido, como ese capítulo de American Horror Story que vi el día anterior o sobre cuanto tarda en enfriarse el café dependiendo de dónde coloquemos la cuchara. Me gusta ir en zapatillas por casa o por el jardín, ¡o por dónde sea! Me gusta, también, colocarme una pinza rosa cerca de la parte alta de la cabeza para recogerme el cabello.
Lloro, hago guarrerías (no de esas que estáis pensando), río y escucho Kiss fm.
Sé cuándo hay que mantener la compostura y cuándo da igual, pero puedo ponerme a bailar en medio de un bar abarrotado o cruzarle la cara a un tío que se me insinúe.
Soy una ¿marronera? Báh, me la suda. Si me gusta el leopardo y que me llamen Snooki es asunto mío. ¿Estamos?
Y con ésto lo digo todo y no digo nada.
#Para quien dijo que llevaba mucho
sin escribir en mi blog.
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