Esa mirada.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Con la caída de las hojas.

El viento helado hacía flotar en el aire las primeras hojas secas que caían, muertas y sin vida, de los árboles; presagiaban que ese sería un frío otoño.


La chica andaba con rapidez, con pasos seguros y fríos, casi tanto como el ambiente. Sus labios fruncidos marcaban su disgusto y en sus ojos aún quedaban pruebas de que había llorado con fuerza, pues en torno a sus ojos su piel lucía un ligero tono rojizo. 
Volvió la mirada a su mano derecha, donde llevaba su posesión más preciada, una daga con empuñadura oscura que había pasado por todo su linaje hasta ella.
Repentinamente y sin previo aviso, sintió como si se produjera una chispa en el interior de su mente, haciendo que, acto seguido, una sonrisa ladeada, con cierto aire malévolo apareciera en su rostro:
Ya tenía un plan.
No sabía como lo haría exactamente, pero antes de que la última hoja de otoño rozara el suelo, lo lograría.

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